¿Es la ontogenia del Departamento una recapitulación de la filogenia de la disciplina que pretende desarrollar y enseñar?
Departamento de Microbiología III

¿Somos lo que fuimos?

Los Departamentos universitarios son organismos complejos y por tanto su desarrollo a lo largo del tiempo, su ontogénesis, también lo es. Aplicando el principio de Haeckel, podríamos postular que el desarrollo del Departamento recapitula la filogenia de la especie de científicos que lo componen, o lo que viene a ser lo mismo, la evolución del área científica que cultivan. Es una hipótesis atractiva y sorprendentemente actual. Uno de nuestros más prestigiosos exploradores de las fronteras filosofía-ciencia, Jesús Mosterín, ha escrito en el comienzo de su libro más reciente ("La Naturaleza Humana. Espasa-Calpe. 2006): "Los diversos estratos de nuestra naturaleza corresponden a los distintos periodos por los que ha atravesado nuestra evolución. Cada etapa, cada vicisitud ha dejado sus huellas. La estructura actual de la naturaleza humana recapitula la historia filogenética del linaje humano. En cierto sentido somos lo que fuimos. Por eso, la manera más objetiva de articular en qué consiste nuestra naturaleza es siguiendo el hilo conductor de nuestra historia". Por eso también creemos nosotros que la mejor manera de darnos a conocer, incluso a nosotros mismos, y explicar(nos) por qué hemos llegado a ser así, es bucear en cómo fueron nuestros antecesores. Estas primeras páginas que siguen son un intento de analizar la historia, la ontogenia del Departamento de Microbiología, que no es otra cosa que la historia del desempeño profesional de sus componentes, como una recapitulación de la filogenia de la disciplina que cultivan, la Microbiología.

Nuestra historia departamental, nuestra ontogenia, comienza tres siglos después de las observaciones del primer cazador de microbios, Antonie van Leeuwenhoek (1632-1723), el origen filogenético de la Microbiología, pero sólo a un siglo de distancia de los trabajos de Pasteur que iniciaron la microbiología experimental y supusieron un hito importantísimo en la evolución de la Microbiología como ciencia. En consecuencia, cuando el 7 de Julio de 1944 se crea la cátedra de "Bacteriología y Protozoología" en la Facultad de Ciencias, la Microbiología es todavía una ciencia joven, es decir, pujante, ambiciosa, individualista y con los altibajos propios de la edad. Y así parecen ser los primeros años, embrionarios, del Departamento, dominados por la personalidad de sus directores. El primer ocupante de la cátedra es, desde 1946 hasta 1957, D. Arnaldo Socías Amorós, que desarrolló una variada actividad investigadora, en la que destacan unas originales y sorprendentes observaciones "sobre la transición levadura-bacteria". Su explicación sobre este fenómeno la publicó, entre otros, junto al entonces joven microbiólogo Antonio Portolés (A. Socías y A. Portolés. 1956. "Del pleomorfismo microbiano en productos patológicos". Microbiología Española 9:113-145.). Según su interpretación la secuencia de morfologías celulares que observaban en sus cultivos se debía a que "a las levaduras se pudiera llegar a partir de los vibriones…ahora bien, es mucho más lógico pensar en el proceso inverso, ya que, en otras ocasiones hemos comprobado la transformación levadura- bacteria". Y "El moho pudiera considerarse entre el trayecto levadura-bacilo". Sin duda hoy en día nos puede parecer disparatada la hipótesis de la transformación de un procariota en eucariota o viceversa. Hace 50 años no lo era tanto, porque la distinción entre ambos tipos celulares se consideró establecida sólo un lustro más tarde (R. Stanier and C.B. van Niel "The concept of a bacterium" Arch. Mikrobiol. (1962) 42:17-35). Incluso la hipótesis de transformación bacteria-levadura, aún no siendo la preferida de los autores, vuelve a traernos el principio de Haeckel, y esta vez sin forzar demasiado las cosas. Este principio hubiera tenido una maravillosa confirmación en el mundo microbiano si las células levaduriformes que observó el Prof. Socías fueran verdaderas levaduras que, en su ontogenia, pasasen previamente por una fase bacteriana. Muy probablemente no era así pero, en todo caso, la hipótesis no contiene mucha más dosis especulativa de la que se emplea hoy día para extrapolar los datos moleculares al funcionamiento celular y ciertamente refleja una osadía optimista en la interpretación de los resultados que no nos gustaría perder del todo en nuestro Departamento.

No obstante, éste no es el único rasgo de la investigación de aquellos años que nos hemos esforzado por mantener. En 1946, el Prof. Socías publicó otro trabajo en el que describía la formación de colonias gelatinosas por Pseudomonas (A. Socías. 1946. "Un ciclo vital en el Pseudomonas aeruginosa" Anales del Instituto Español de Edafología, Ecología y Fisiología vegetal, V(II)). Tres años más tarde vuelve a escribir sobre el mismo tema para comentar que "en el número 3 del volumen 58, año 1949, del Journal of Bacteriology, aparece un trabajo de Frances J. Danz y Edwin W. Schultz, del Dept. de Bacteriología y Patología experimental de la Universidad de Stanford, que lleva por título "Gelatinous variants of Pseudomonas aeruginosa" , añadiendo más tarde "Nos interesa hacer constar que nosotros en 1946…., describíamos ya tal tipo de colonia sin lugar a dudas". El trabajo continúa dando argumentos sobre la superioridad de sus hallazgos. Por ejemplo, el diseño de un medio apto para producir las colonias gelatinosas cuando se sembraba "un cultivo corriente de colonias especialmente de tipo S". Por la información tan veraz y próxima que proporciona sobre las condiciones y métodos de trabajo de los microbiólogos de aquellos años, reproducimos la receta del medio: "Se toma un kilo de patatas. Se mondan finamente y se trituran. Se llevan a ebullición a fuego lento y con poca cantidad de agua, hasta que se haya convertido en puré. Se lleva, una vez ésto conseguido, al volumen de un litro y se deja hirviendo un cuarto de hora. Se filtra y prensa a través de un paño espeso y el jugo que deja es adicionado de gelatina neutra, en proporción de un 5%. Se solidifica añadiendo agar al 2%. El pH es de 7 a 6,8 y se puede dejar sin cambiar; en caso de que no fuese así se lleva a neutralidad. A esta fórmula hay que hacer una corrección muy importante para que el medio sea capaz de dar la variación gelatinosa. Se trata de que donde dice "hasta que se haya convertido en puré", ha de decir "hasta que se vaya a convertir en puré". O sea que hay que hervir sin llegar a que se deshagan lo trozos de patata. Esta observación es de tal importancia que implica que se produzca o no en el medio la variación". ¡Que artesanal y aleatorio nos puede parecer el trabajo de aquellos años¡ Cualquiera de nuestros estudiantes actuales aceptaría encantado secuenciar muestras de ADN obtenidas de ambientes exóticos para encontrar nuevas especies "in silico", pero probablemente rechazaría meterse en la cocina para producir los medios con los que conseguir aislarlas. En el Departamento nos preocupa que los nuevos microbiólogos, tentados por la aplicación exclusiva de las técnicas moleculares, puedan producir una microbiología meramente especulativa.

Pero volvamos al artículo del Prof. Socías, en el que tras aportar sus datos y las fechas de publicación, concluye con una afirmación contundente: "En consecuencia, recabamos la prioridad del descubrimiento". Ese era su objetivo. Sin embargo lo más importante para nosotros y la razón por la que hemos incorporado una cita tan larga de ese artículo, no es el ejemplo de defensa, rápida y razonada, del propio trabajo científico, por positivo que sea. La ejemplaridad, y el fenotipo, que nos interesa resaltar no está tan explícito en el artículo y son necesarias algunas explicaciones para ponerlo de manifiesto. Nos referimos a la gran actualidad y relevancia, en aquellos años, del tema estudiado. La pista nos la puede dar el nombre que el Prof. Socías da a las colonias corrientes, no gelatinosas, de P. aeruginosa y que hemos citado unas líneas más arriba: colonias tipo S. El Prof. Socías era conocedor de la importancia de la transformación de las células microbianas rugosas (R) en (S) lisas. En esos mismos años Oswald Theodore Avery, en su laboratorio del Instituto Rockefeller, estudiaba paciente y rigurosamente la transformación de colonias R/S, pero no en Pseudomonas, sino en neumococos tipo III. Sus resultados (Avery, McLeod & McCarty (1944) "Studies on the chemical nature of the substance inducing transformation of pneumoccocal types. Induction of transformation by a deoxyribonucleic acid fraction isolated from pneumococcus type III" Journal of Experimental Medicine, 79:137-158) suponen para muchos "el descubrimiento más excepcional en biología en todo el siglo XX", superior al de la estructura del ADN, como defiende razonada y apasionadamente el Prof. Argüelles ("La doble hélice de ADN: Mito y realidad. U. de Murcia. 2003). Resulta atrayente imaginar a nuestros antecesores en el laboratorio, mondando cuidadosamente patatas, poniéndolas a hervir y, mientras esperan el momento crítico "en que se vayan a convertir en puré", leyendo las revistas científicas más avanzadas y detectando cuales son las líneas de investigación más relevantes y prometedoras para, en la medida de las propias posibilidades, incorporarse a ellas. Eso también lo queremos mantener, siempre, en el Departamento, aunque ahora lo hagamos en los intervalos mientras esperamos que haya corrido un gel.

Desde 1957 transcurren cuatro años en los que es nombrado de Encargado de Curso D. Julio Pérez Silva., hasta que obtiene una cátedra en la Universidad de Sevilla en 1961. D. Julio, "un buen profesor, grandón, tranquilo, canarión de los que ejercen", según lo recuerda el Prof. Benjamín Fernández, introdujo un área de investigación en Microbiología que será, durante muchos años, como lo sigue siendo ahora, una de las señas de identidad del Departamento: la Protozoología. Curiosamente, poco más de un cuarto de siglo después de su marcha, se incorporó a nuestro Departamento un joven doctor formado en su grupo sevillano: Juan Carlos Gutiérrez, que desde entonces viene desarrollando una productiva línea en biología molecular de protozoos, como veremos más adelante.

En 1961 obtiene la cátedra, todavía con la misma denominación de Bacteriología y Protozoología, el profesor D. Dimas Fernández Galiano que la ocuparía hasta su jubilación 26 años más tarde. Con D. Dimas podemos decir que el Departamento empieza a tener historia propia, ya que ontológicamente supera la fase embrionaria y entra en un periodo de rápido crecimiento.

Pero este nuevo fenotipo es también la consecuencia de cambios ambientales importantes. En un Departamento universitario el marco legal en el que debe desenvolverse tiene una gran influencia. En esos años empiezan a darse los primeros movimientos hacia una organización departamental en la universidad española, que hasta la Ley de Educación de 1970 no se vería consagrada legalmente, y que sólo recibiría un impulso decisivo con la llegada de la democracia y las leyes que iban a desarrollar los derechos y previsiones constitucionales sobre la educación superior y la investigación científica. El tránsito de la Cátedra al Departamento no era algo puramente semántico sino que implicaba importantes consecuencias, no inmediatas, porque los movimientos universitarios tienen una fuerte inercia, pero sí irreversibles.

Nuestro Departamento se constituye el 17 de Diciembre de 1966. Merece la pena que nos detengamos un poco en el proceso de su fundación. Está descrito en una sencilla hoja en apenas ocho líneas escritas a máquina, y dice así:


ACTA DE CONSTITUCIÓN DEL DEPARTAMENTO DE MICROBIOLOGÍA DE LA FACULTAD DE CIENCIAS DE LA UNIVERSIDAD DE MADRID

El Catedrático abajo firmante, único componente en la actualidad del DEPARTAMENTO DE MICROBIOLOGÍA de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Madrid, procede en el día de hoy a la constitución del mismo.

Y para que conste, firmo la presente acta en Madrid, a diecisiete de diciembre de mil novecientos sesenta y seis.

Y firma simplemente, Dimas Fernández-Galiano Fernández.


Es un buen testimonio, algunos podrían pensar que hasta caricaturesco, de aquella Universidad, que, con gran lentitud, bajo una dictadura y sin legislación adecuada, trataba de abrir camino al desarrollo científico y académico en España. Pero ocupados como estamos en buscar los rasgos fundacionales positivos que nos han definido y queremos mantener, quizá podríamos detectar aquí también un par de ellos. Es cierto que en el texto de constitución destaca la preocupante soledad del "único componente" fundador del Departamento, muestra palpable de la precariedad con la que se ha construido, y lamentablemente hay que seguir construyendo, la universidad española. Sin embargo, haciendo uso de la osadía optimista a que ya hemos hecho referencia, también podríamos destacar el buen ánimo y la visión positiva de futuro contenida en la calificación temporal "único componente en la actualidad". Pero ante todo, nos parece un excelente ejemplo de responsabilidad institucional, de clara conciencia de la importancia e incluso trascendencia de lo que vamos haciendo en la Universidad, aunque haya que hacerlo solos, aunque las dificultades y la escasez de medios nos inviten a admitir que, antes esas circunstancias, vale cualquier cosa. Con ese mismo espíritu seguimos intentando hacer las cosas ahora. Aunque a veces el ejercicio de la responsabilidad en los pequeños detalles, en un ambiente incluso justificadamente derrotista, pueda parecer un poco inútil y ridículo.

Como consecuencia de los cambios normativos, la soledad de D. Dimas como único profesor numerario del Departamento duró poco. En esos años se crea la figura del profesor adjunto y como tales se incorporan al Departamento José Antonio Arroyo y Margarita Flores, que ya llevaban algún tiempo trabajando en el Departamento. Ambos profesores eran bacteriólogos, aportando así esta importante área a la investigación departamental. Margarita se había incorporado en 1963 y al año siguiente marchó al Instituto Pasteur, para realizar un famoso curso de Microbiología del suelo que allí impartían los Prof. Pochon y Tardieux. En el curso coincidió con otros jóvenes microbiólogos como Federico Uruburu, Carlos Hardisson o Rafael Sentandreu. Es muy divertido oírles contar (especialmente a Marga) todo lo que aprendieron en aquella estancia en París, incluidas las visitas que su curiosidad insaciable de científicos les inclinaba a hacer. En una de ellas, a un cabaret, Federico fue invitado a subir al escenario para ayudar a la vedette en alguna dificultad que tenía con su vestuario y Fede se comportó como lo que siempre fue, un perfecto caballero. Su inesperada y prematura muerte nos ha privado de un gran profesional y generoso colaborador de nuestro Departamento, al que echamos mucho de menos. Esa estancia, tan rica en experiencias, marcó la carrera científica de Margarita que se dedicó desde entonces a la microbiología del suelo, manteniendo unas excelentes relaciones con el grupo homólogo del Pasteur. En 1971 y 1974 el Prof. Tardieux pasó algún tiempo en el Departamento, impartiendo cursos y colaborando en la investigación de la Dra. Flores, centrada en aquellos años en el efecto de los plaguicidas sobre el ciclo del nitrógeno en suelos. Y los postgraduados que trabajaban con Marga ya sabían que la estancia en el Pasteur era obligada, como comprobó, por ejemplo, Carmen Chena, entonces becaria FPI, más tarde profesora en el Departamento hasta su fallecimiento repentino. Quizá fue en el Pasteur donde Carmen aprendió a tratar con poblaciones heterogéneas, habitando nichos diferentes, pero interrelacionadas entre sí formando una estructura funcional. Quizá sacó de allí aquella sabiduría que demostró año tras año en la organización de nuestros centenares de estudiantes, en muchas decenas de grupos de prácticas de más de una docena de asignaturas, que incluía también la integración de algunos mutantes con necesidades muy específicas. Y lo consiguió hasta el final.

Los trabajos de esos años muestran otro rasgo de la filogenia de nuestra ciencia que aparece en la ontogenia departamental. Nos referimos al esfuerzo personal en la transformación de la información en conocimiento y de éste en tecnología. El mismo impulso que llevó a Pasteur a diseñar la pasteurización a partir de la misma información, y con el mismo rigor, que utilizó para demostrar la falsedad de las hipótesis sobre la generación espontánea; el mismo que llevó a Fleming a aplicar incansablemente puñados de micelio de Penicillium en el ojo de un niño con una conjuntivitis infecciosa, o a Jaime Ferrán a producir su vacuna, por citar sólo modelos muy ilustres, está también presente, modesta, pero claramente presente, en las investigaciones del Departamento en aquellos años. Por citar un ejemplo, un estudio sobre la microflora presente en las gambas, permitió al Dr. Arroyo identificar la secuencia de poblaciones bacterianas que se iban sucediendo en el proceso de preparación para el consumo y demostrar que las cepas peligrosas estaban ausentes en la gamba fresca y aparecían en las gambas hervidas debido a una incorrecta manipulación y conservación. Lo que queremos hacer notar aquí es que el Dr. Arroyo no se limitó a publicar sus trabajos en una revista científica, sino que se esforzó también porque sus conclusiones sirvieran para mejorar la calidad de los alimentos a través de la modificación de la normativa de aplicación obligatoria (J.A. Arroyo. "Bacteriología de las gambas de consumo en Madrid" Publicaciones Técnicas de la Subsecretaría de la Marina Mercante, nº 5, Madrid.1966). Cuando se leen las recomendaciones de ese trabajo sobre la importancia de la formación de manipuladores de alimentos y analizamos la situación actual, 40 años después, se constata con cierta tristeza lo difícil que parece ser, en nuestro país, convencer a la sociedad y sus instituciones para que modifiquen procesos y comportamientos incorrectos. Pero esa constatación no nos ha llevado al desánimo, sino a la intensificación de nuestra actividad. Conscientes, como consecuencia de su propia investigación, de la importancia de una buena formación microbiológica básica en los técnicos manipuladores de productos de consumo humano, los Dres. Arroyo y Flores iniciaron una fecunda tradición de cursos para profesionales que, en la medida de las posibilidades de cada momento, no ha cesado en nuestro Departamento. De 1972 a 1987 se realizaron siete cursos sobre Microbiología de Cosméticos por solicitud de la Sociedad Española de Químicos Cosméticos y de 1985 hasta 1990 tres sobre Microbiología de Alimentos. En los últimos años se han impartido dos cursos sobre Microbiología de las aguas residuales, uno de ellos en colaboración con el Canal de Isabel II y muy recientemente otro sobre la Directiva marco del agua para la Comunidad de Madrid que ha dirigido la Dra. Serrano.

Otro rasgo filogenético, el florecimiento de numerosas líneas de investigación muy heterogéneas en cuanto a relevancia y calado que ocurrió a principios del siglo XX tras los éxitos pioneros de Pasteur, Koch y Winogradsky, se ve reflejado en estos años en la ontogenia departamental. Casi una decena de líneas de investigación son desarrolladas en las décadas de los 70-80, cuya desigual fortuna se puede rastrear en las publicaciones del Departamento en esos años. A la microbiología del suelo, centrada en el efecto de los herbicidas sobre el ciclo del nitrógeno y las ya citadas líneas sobre la calidad microbiológica de alimentos y cosméticos se unen la microbiología del petróleo, que inició el Dr. Octavio Frieyro pero que quedó interrumpida poco después de su incorporación a CEPSA y otras varias. Esta gran diversidad de temas, apoyada mucho más en el entusiasmo y esfuerzo personal de sus cultivadores que en buenas condiciones externas para poder desarrollarlos, va decreciendo con los años. Una línea que se consolida y llega a convertirse en el objetivo monográfico de una verdadera escuela de investigadores es la cultivada por D. Dimas con sus estudios sobre morfogénesis en ciliados. El éxito en el establecimiento de esta línea en un ambiente en general poco propicio, tanto por la falta de recursos financieros, infraestructura ("el aparataje" se decía entonces) y la inestabilidad profesional, puede explicarse por varios factores. D. Dimas tuvo el acierto de escoger desde sus inicios una línea de trabajo muy adaptada a las circunstancias ambientales y por tanto con muchas posibilidades de sobrevivir. En primer lugar, era una línea que podía desarrollarse con recursos modestos, accesibles: un buen microscopio y las tinciones necesarias ("Y eso que yo tiño con plata y la plata es cara" solía decir D. Dimas). En segundo lugar, su metodología era heredera directa de la de una escuela biológica de gran prestigio, la de Cajal, y permitía la elaboración de clasificaciones taxonómicas y especulaciones filogenéticas, por lo que sus resultados eran perfectamente homologables con el trabajo que desarrollaban muchos profesores de otros Departamentos en la Facultad de Biología de aquellos primeros años. Y en tercer lugar, y este quizá sea el factor de éxito fundamental, supo rodearse de un grupo de discípulas entusiastas y capaces que han formado una verdadera escuela científica que ya va por la tercera generación de doctores y continúa en pleno crecimiento.

El mismo año que funda el Departamento publica D. Dimas su trabajo más citado: Fernández-GalianoD. 1966. "Une nouvelle méthode pour la mise en évidence de l'infraciliature des ciliés". Protistologica, 2(1): 35-38. Es un método basado en las tinciones argénticas de Pio Del Río Ortega, por tanto con antecedentes bien conocidos en Histología, pero absolutamente novedoso en Protistología. Un ejemplo paradigmático de lo que hoy conocemos como innovación. Carmen Téllez, una de sus primeras discípulas que tristemente ya no está con nosotros y bien que sentimos su falta, pasó seis meses en 1981 en la Universidad de Maryland invitada por el Prof. John Corliss. Tras la muerte de Carmen, el Prof. Corliss recordaba esa estancia en un cariñoso artículo que escribió sobre ella (Journal of Eukaryotic Microbiology, 44:168-169. 1997): "We thoroughly enjoyed young Mari Carmen’s bubbling enthusiasm and capacity for long hours of work. While she was introduced to the exciting microfauna of Chesapeake Bay, we were given instruction in the art of carrying out the exotic Fernández-Galiano method of silver impregnation of ciliates". La capacidad y el entusiasmo de Carmen, que se había incorporado al Departamento en 1973, ya eran conocidas internacionalmente 8 años después, pero el método de impregnación argéntica seguía siendo "exótico" 15 años tras su publicación, lo que demuestra la novedad de su abordaje. D. Dimas volvió una y otra vez sobre su método en sucesivas publicaciones (Fernández-Galiano, D. 1976. "Silver impregnation of ciliated protozoa: procedure yielding good results with the pyridinated silver carbonate method" Trans. Amer. Micros. Soc., 95: 557-560. Fernández-Galiano, D. 1994. "The amoniacal silver carbohydrate method as a general procedure in the study of protozoa from sewage (and others) waters" Water Research, 28:495-496) y sus discípulos continúan perfeccionándolo y buscando nuevas aplicaciones (J. L. Olmo and C. Téllez .1997. The amoniacal silver carbonate method applied to oxytrich ciliates. Quekett Journal of Microscopy, 38:3-5).

El claustro departamental en esos años sigue formado por el catedrático y los dos profesores adjuntos ya citados y va creciendo con la paulatina incorporación de profesores ayudantes. Algunos de ellos abandonarán la Universidad, pero la mayoría permanecen, como Almudena Guinea, Begoña Torralba, Ángel Luis Villar, Carmen Téllez y unos años más tarde las más jóvenes Susana Serrano y Ana Martín, entre otros. La promulgación de la ley de Reforma Universitaria (LRU) en 1983, supone un cambio ambiental importante que modificará positivamente el fenotipo profesional de estos profesores. Esta ley reconoce públicamente la importancia de la Universidad en la modernización del país y trata de potenciarla. En este contexto se justifica la reforma de la Universidad con el fin de ofrecer la necesaria calidad docente e investigadora, y se potencian con ese doble fin dos iniciativas importantes: la dignificación del profesorado a través de su estabilización profesional y la creación de una estructura departamental.

Es así como en 1984 se crea formalmente el Departamento de Microbiología I de la Universidad Complutense, aprobado por la Junta de Gobierno el 9 de Mayo de 1986, que incluye a los profesores del Área de Microbiología adscritos a las Facultades de Biología y Medicina de la Universidad Complutense, con una Sección Departamental adscrita a la Facultad de Biología. Esta sección ya está formada por un número significativo de Profesores numerarios, como consecuencia del proceso de idoneidad que propició el acceso a la condición de profesor titular a una parte importante de los antiguos Profesores No Numerarios (PNNs) doctores. Los equipos de ambas Facultades fueron alternándose en las responsabilidades de gestión y dirección durante el período que permanecimos en esta configuración, siendo su primer director el Profesor D. Dimas Fernández Galiano. La ley también permite la convocatoria de nuevas plazas y se incorporan a ellas Juan Carlos Gutiérrez y Alfredo Aguilar Romanillos, aunque éste último permanezca en comisión de servicio en Bruselas.

En 1986 el Departamento tiene un crecimiento excepcional porque se incorporan los profesores del Colegio Universitario "Arcos de Jalón", al dejar de impartirse los cursos de Biología en ese centro. Un profesor adjunto, Josefina Rodríguez de Lecea y cuatro profesores ayudantes, Trinidad Soto Esteras, Mª Jesús Ortiz de Apodaca, Covadonga Vázquez Estévez y Carmen Chena Cañete, entran a formar parte del Departamento. Las Dras. Rodríguez de Lecea y Covadonga Vázquez, formadas en el Centro de Investigaciones Biológicas (CIB) del CSIC bajo la dirección de Ramona Beltrá y Fuensanta Reyes respectivamente, incorporan también al Departamento, no sólo sus líneas de investigación, que refuerzan o complementan las ya existentes, sino una excelente relación con este centro del CSIC. Esta relación, que ya existía previamente porque Almudena Guinea desarrollaba proyectos comunes con los Dres. Rosario Gil y José Manuel Andréu, se potencia con esta incorporación. Es oportuno decir también aquí, que las relaciones del Departamento con su homólogo del C.I.B. muy consolidadas actualmente y materializadas en la colaboración en proyectos, cursos de especialización y doctorado y la realización de tesinas y tesis doctorales, son actividades de las que nos sentimos legítimamente orgullosos.

La acción reformadora de la universidad, emprendida por la LRU se complementó en esos mismos años con la llamada Ley de la Ciencia, que tuvo un impacto muy significativo en la investigación que se desarrollaba en España. Esta ley introdujo la posibilidad de reforzar tres aspectos muy importantes del trabajo investigador: la financiación, la evaluación y la formación. El incremento significativo en el número y la financiación de los proyectos, la creación de las agencias evaluadoras y la dotación de becas doctorales fueron la base del despegue de la ciencia española en la década de los 80.

Analizando específicamente el cambio producido por las dos leyes citadas en la Universidad, podemos decir que, hasta entonces, el perfil habitual de la gran mayoría del profesorado universitario era el de un profesional contratado, los llamados PNNs, con contratos renovables y condiciones laborales y salariales precarias, sin ninguna estabilidad, y que tampoco disponían o se les reconocía autonomía investigadora ni disponían de medios materiales para ejercitarla si la hubieran tenido. La acción conjunta de la LRU, estabilizando profesionalmente a los investigadores universitarios, y de la ley de la Ciencia, proporcionando medios y becarios para formar grupos de trabajo al mismo tiempo que un ambiente de exigencia científica a través de las agencias evaluadoras, provocó en esos años un efecto madurador muy positivo.

Si retomamos nuestra línea analítica haeckeliana, es fácil identificar esta maduración que se da en nuestro Departamento como consecuencia de la aplicación de la nueva normativa universitaria, con la fase filogenética en la que la Microbiología se consolida como una ciencia bien definida en sus métodos y concentrada en sus objetivos. En esta fase el Departamento, como la ciencia que cultiva, va concentrando su actividad en una limitada diversidad de abordajes, metodologías y objetivos, a través de grupos de tamaño razonable, estructurados interna y externamente relacionados. Los voluntariosos esfuerzos individuales han quedado atrás porque el nuevo ambiente científico sólo permite la supervivencia de grupos con un mínimo de condiciones que les permitan ser competitivos. Un balance muy común que se puede escuchar de esta etapa es "todavía no estamos bien, pero estamos mejor".

Tras la jubilación de D. Dimas, que continúa en el Departamento como Prof. Emérito, en 1988 obtiene la cátedra el Profesor D. José Martínez Peinado que dirigirá el Departamento de Microbiología III también por otro largo periodo, hasta marzo de 2004. El Dr. Martínez Peinado provenía del Departamento de Microbiología II de la UCM, con sede en la Facultad de Farmacia, donde había obtenido una plaza de de Prof. Titular tres años antes, tras haber trabajado 9 años en la Universidad de Extremadura como Prof. Adjunto. Su llegada supuso el refuerzo de la línea de Microbiología Industrial, de larga tradición en el Departamento. También reforzó la colaboración entre los Departamentos homólogos de Biología y Farmacia cuya materialización más significativa es el programa interfacultativo de doctorado, que ha obtenido mención de calidad, y que se imparte con éxito desde hace varios años.

Las oportunidades que ofrece la Universidad española en esos años, con los desarrollos de la LRU y la ley de la Ciencia, intentan ser aprovechadas al máximo durante la década de los 90. La dotación de nuevas plazas de profesorado posibilita que 9 PNNs del Departamento ganen los concursos-oposiciones convocados y obtengan su estabilidad profesional como Profesores Titulares de Universidad o de Escuela Universitaria, según las disponibilidades presupuestarias para dotar la plaza. La autonomía del profesorado se manifiesta en la solicitud de proyectos por profesores titulares que con la financiación conseguida van consolidando sus grupos de investigación. En 1993 se consigue el primer proyecto europeo en el Departamento que será seguido por otros después. La estabilidad y madurez del profesorado permite también el desempeño de tareas en el ámbito de la Microbiología fuera del Departamento. Estamos especialmente orgullosos de los servicios prestados a la Sociedad Española de Microbiología (SEM) a través de su Junta de Gobierno, en la trabajan durante varios años Fina Rodríguez de Lecea como editora del Boletín, Juan Carlos Gutiérrez como presidente del Grupo Especializado de Protistología, Margarita Flores en el de Biodeterioro y José Martínez Peinado como vicepresidente de la SEM.

La madurez profesional del Departamento se pone de manifiesto con su reconocimiento por parte del Rectorado, al aceptar la transformación de la Sección Departamental del Departamento de Microbiología I, con sede en la Facultad de Biología, en Departamento de Microbiología III. Y así, 62 años después de iniciarla, llegamos al final de la historia, de nuestra ontogénesis. Desde un primer Catedrático solitario que impartía clases pero investigaba en otro sitio, porque no había instalaciones ni medios para hacerlo, hasta el actual organismo compuesto por más de una veintena de profesores con dedicación exclusiva, tres profesores asociados, un profesor ayudante y tres PAS (Juan Luis Recio, Esther Sobrino y Carmen M. González), trabajando en unas instalaciones aceptablemente dotadas, bajo la dirección de la Dra. Covadonga Vázquez.

¿Somos lo que fuimos? ¿Ha quedado demostrado que el principio de Haeckel se ha cumplido en la ontogénesis de nuestro Departamento? No nos atrevemos a afirmarlo. Pero lo que sí tenemos claro, como profesores universitarios que somos, conscientes de que nuestra obligación más importante es formar a los futuros microbiólogos, es que nuestros alumnos tienen que empezar en el laboratorio preparando medios de cultivo. Como empezó la Microbiología. Como inició D. Arnaldo las primeras investigaciones. Aunque afortunadamente para los alumnos actuales, ahora no hace falta mondar ni hervir cuidadosamente las patatas. El agar-patata viene deshidratado, en polvo.


¿Seremos lo que somos?

Si no nos atrevemos a afirmar con contundencia que somos lo que fuimos, aunque hayamos aportado datos que apoyan la validez de esa hipótesis, mucho menos osamos predecir nuestra evolución futura. Y eso aunque actualmente uno de los campos más activos, prometedores y tecnológicamente más útiles de nuestra ciencia sea la Microbiología Predictiva. La excepción confirma la regla y aquí nos separamos de la filogenia.

El apartado anterior nos ha permitido identificar algunos rasgos esenciales, definitorios, codificados en genes que llevan muchos lustros presentes en esa especie biológica de científico que es el microbiólogo y que permiten identificarlo como tal. Pero también es importante la diversidad. La dotación genética del Departamento se vio enriquecida por aportaciones exógenas especialmente a partir de los años 80. Se podía y se debía crecer en profesorado, pero no se podía ni se debía hacer exclusivamente a partir de los doctores formados en el propio Departamento. No se podía porque la tasa de crecimiento impuesta por las necesidades docentes era superior a la de producción de doctores. No se debía porque si cualquier biólogo es consciente de la importancia de la diversidad, el microbiólogo lo es especialmente. La diversidad mayor, tanto en mecanismos fisiológicos, capacidades metabólicas o nichos colonizados se encuentra en el mundo microbiano. Y junto a la promoción de los doctores propios se fueron incorporando otros profesores que aportaban la experiencia adquirida en otros centros de investigación. Ya hemos citado a las Dras. Rodríguez de Lecea y Vázquez, formadas en el Centro de Investigaciones Biológicas del CSIC o al Dr. Martínez Peinado, que hizo su doctorado en el Instituto Gulbenkian de Ciencia (IGC) en Lisboa, con el Prof. Van Uden. También al Dr. Juan Carlos Gutiérrez, doctorado en Sevilla que se incorporó al Departamento tras su postdoctorado en Santa Bárbara (California) con el Prof. Orías. Maria Jesús Ortiz de Apodaca hizo su tesis en Veterinaria (Prof. Ordoñez) y Mª Isabel de Silóniz en Geológicas (Prof. Campá), con estancias postdoctorales en Bioquímica y el IGC (Lisboa). María José Valderrama obtuvo la plaza de ayudante, tras su doctorado en Granada y el postdoctorado en Leicester con el Prof. Grant y el IGC (Lisboa). Blanca Pérez Uz se incorporó tras una larga estancia en Estados Unidos y el Natural History Museum (antes British Museum-Natural History), donde realizó sus trabajos de doctorado y postdoctorales. Y no solo de centros de investigación provino la experiencia incorporada. También del trabajo profesional en las empresas, una experiencia muy importante para un Departamento que quiere formar microbiólogos versátiles capaces de colonizar con éxito cualquier nicho de empleo disponible. Serafín Carballo, doctorado en el Departamento, mantiene ambas dedicaciones como Prof. Asociado y Alejandro Vian, actualmente con dedicación exclusiva, aportó su experiencia previa en el Centro de I+D de Antibióticos SA. También los doctores formados en el Departamento y que siguen trabajando en él realizaron estancias postdoctorales. Domingo Marquina en el IGC de Lisboa (Prof. Spencer-Martins), Laura Benítez en el Centro Nacional de Microbiología (Majadahonda. Dra. Gárate) y Belén Patiño en Roma (Prof. Cervone) y Bari (Prof. Moretti).

Somos ya 23 profesores, tras algunas incorporaciones rejuvenecedoras como Belén Patiño, Antonio Santos, Silvia Díaz y Lucia Arregui. ¿Cuantos deberíamos ser? Indudablemente más, y no sólo ni siquiera principalmente por la excesiva carga docente que soportamos, sino por la imperiosa necesidad de la renovación de plantillas, que permita la incorporación de más jóvenes, muy cualificados ya, a esta Universidad que se va envejeciendo. Están lejos aquellos tiempos en que los profesores de prácticas estaban muy cercanos generacionalmente a los estudiantes y en los laboratorios se rompía la distancia entre profesor y alumno. Ahora los profesores de prácticas tenemos, en una proporción muy elevada, al igual que los del resto de nuestra facultad, alrededor de 50 años.


¿Qué enseñamos?

También la docencia universitaria ha cambiado mucho en 50 años. Una anécdota que D. Dimas contaba con su gracia habitual, puede ilustrar bien el cambio. Conocí un profesor, decía él, que solía entrar a clase fumando un largo puro. En los exámenes, cuando los alumnos le preguntaban tímidamente ¿Cuánto tiempo tenemos? , el profesor cogía una tiza, hacía una raya en el puro y contestaba "Hasta aquí".

No es así ahora. Y no nos referimos precisamente a que no se pueda fumar en clase. A partir del marco legal que impulsó la L.R.U. y su desarrollo normativo sobre Directrices de los títulos universitarios, el Departamento realizó un ingente esfuerzo al elaborar su plan de estudios de 1992 para ofrecer a los futuros licenciados una formación adecuada en aquellos campos de la Microbiología que les proporcionasen una gran capacitación para su futuro profesional. Durante este tiempo se ha conseguido la renovación y transformación docente del Departamento, ya que la autonomía universitaria permitió la diversificación de las carreras universitarias, propiciando una oferta peculiar para cada Centro acorde con las características propias y con la composición y experiencia de su profesorado. Nuestra apuesta estuvo motivada por reflejar, en la oferta de materias que se ofrecen en la Licenciatura y en los contenidos contemplados en los programas, aquellos campos o aspectos de la Microbiología que resultaban novedosos o innovadores y de gran actualidad con objeto de capacitar a los biólogos para el ejercicio de la actividad profesional desde parámetros de calidad e incluso de excelencia. Hoy podemos contemplar satisfechos su éxito, si consideramos que estas disciplinas son demandadas en elevados porcentajes por los estudiantes dentro de nuestro plan de estudios. Al recoger muchos aspectos de estos nuevos campos, lógicamente la oferta docente fue ampliada. El Departamento pasó de ofrecer una asignatura troncal, la Microbiología General y dos asignaturas optativas, Microbiología Industrial y Protozoología, a enseñar, con un gran esfuerzo por parte de todos los profesores, tres asignaturas en primer ciclo, Microbiología (asignatura troncal), Bacteriología y Protistología (asignaturas optativas) y siete asignaturas en el segundo ciclo, asignaturas que cursan los alumnos de las diferentes especialidades de la Licenciatura. Además, por razones de coherencia científica y académica, el Departamento de Microbiología imparte docencia en otras dos licenciaturas, Bioquímica e Ingeniería Química, con éxito de matrícula. También está presente el Departamento en las enseñanzas de tercer ciclo, impartiendo, como hemos citado más arriba, un Programa de Doctorado en Microbiología, conjuntamente con el Departamento de Microbiología II de la Facultad de Farmacia, que ha obtenido la mención de calidad.

En este momento estamos ante un nuevo reto: adaptar nuestras enseñanzas a un Espacio Europeo de Educación Superior (EEES). Expertos y responsables de la formación académica del profesorado universitario han reclamado una política de motivación e incentivos para los docentes como herramientas para converger "con éxito" en el EEES y para avanzar en los retos derivados de la innovación en las formas de generación y transmisión del conocimiento dirigidos hacia la mejora y calidad de la docencia. Dos claves fueron apuntadas por la Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditación (ANECA): el aprendizaje continuo del alumno y la innovación docente. El aprendizaje continuo debe contar con la formación, motivación e incentivación del profesorado y es en este punto donde los profesores del Departamento también estamos haciendo un esfuerzo importante, motivados desde hace años por la renovación de la enseñanza de la Microbiología basada en metodologías activas con el fin de fomentar la cooperación entre los profesores y los estudiantes. Hemos asistido y participado en los cursos de formación en Nuevas Tecnologías impartidos en los centros de la Universidad Complutense y en este esfuerzo por converger, hemos asistido a las Reuniones Científicas de Expertos. Hemos conseguido financiación de Proyectos de Innovación Educativa y participado en los Programas de Grupos Piloto, así como en Reuniones Nacionales e Internacionales convocadas por organismos españoles (SEM) y europeos (SGM). Begoña Torralba fue pionera en estas inquietudes docentes pero actualmente la mayor parte de los profesores del Departamento son participantes activos en todas las actividades citadas.

Un lema muy citado en Ciencias de la Educación es aquel que insiste en que un profesor no enseña sólo lo que sabe sino que enseña también lo que es. Siendo profesores en continua adaptación y mejora, atentos a los cambios y avizorando el porvenir, es la única manera eficaz de educar profesionales preparados para desempeñar su labor profesional con éxito durante toda su trayectoria vital. Lo que en Biología describiríamos más simplemente como capaces de adaptarse para sobrevivir.


¿En qué investigamos?

Las posibilidades materiales que ofrecieron la LRU y la Ley de la Ciencia fueron aprovechadas con un éxito razonable en el Departamento. A partir de esos momentos, se adquirieron y actualizaron equipos, se modernizó el Departamento y su perfil investigador experimentó un cambio sustancial. Junto a estos medios, también constituyó globalmente un estímulo para nuestros profesores universitarios la posibilidad de diseñar, planificar, aunar esfuerzos, establecer colaboraciones entre distintos centros, tanto de otras Universidades, como del CSIC, con el objeto de plantear y llevar a cabo proyectos conjuntos de investigación que, sometidos a criterios de calidad, permitieron desarrollar de forma estable algunas líneas de investigación y para equipos menos consolidados o equipos jóvenes, abrir nuevas posibilidades y hacer nuevas propuestas de mayor innovación.

Con la LRU se inicia también, al menos de forma regulada, la posibilidad de contratar con entidades públicas y privadas la realización de trabajos de carácter científico y técnico. Esto supuso desde su inicio una forma de servicio de la Universidad a la sociedad y contribuyó no sólo a dar soluciones eficaces a problemas reales, sino también a cambiar las pautas de comportamiento hacia la cultura de relación, colaboración y apreciación entre la Universidad y la industria. En la actualidad y desde hace varios años, el Departamento desarrolla varios contratos con empresas y entidades privadas en diferentes ámbitos de la Microbiología, como el mantenemos con la Filmoteca Nacional para luchar conjuntamente contra el deterioro microbiológico de las películas.

En cuanto a las líneas de investigación, en nuestro Departamento, como se recoge en las memorias anuales, los profesores que lo integramos desarrollamos un buen número de trabajos de investigación, que se enmarcan en diferentes campos de actualidad, y que están siendo financiados por las Administraciones Públicas, al amparo de los Planes de I+D europeos, nacionales o de las comunidades autónomas en sus diferentes convocatorias, lo que garantiza siempre unos niveles de calidad apreciables y homologados internacionalmente. Queremos hacer una breve descripción de los principales temas que desarrollamos en la actualidad y su proyección hacia el futuro, que sirva para un mejor conocimiento de los principales trabajos que se realizan y de estímulo para nuestros estudiantes.

El Departamento destaca, como ya hemos avanzado, en el estudio de los protozoos ciliados, que ha sido casi desde sus inicios su principal tema de investigación,. Diversas publicaciones y colaboraciones internacionales salieron de este grupo sobre la taxonomía, morfogénesis y el citoesqueleto de organismos ciliados, y posteriormente, y dando un vuelco a sus trabajos más clásicos, desarrollan además una línea de investigación sobre el papel de estos microorganismos como indicadores en los tratamientos biológicos de aguas residuales. En este momento, gracias en parte a los trabajos del grupo, la caracterización de ciliados en las estaciones depuradoras es una práctica frecuente. Los componentes de este equipo (Almudena Guinea, Susana Serrano, Blanca Pérez Uz, Lucía Arregui) han empleado recientemente sondas fluorescentes para su aplicación en la identificación rápida en medios naturales, lo que supone una interesante innovación.

La introducción de las técnicas de biología molecular en nuestro Departamento se hizo también a través de los protozoos. Juan Carlos Gutiérrez fue el primero que comenzó a utilizar estas técnicas, para estudiar el ciclo enquistamiento-exquistamiento en ciliados a finales de la década de los 80. Esta línea, que continúa muy productiva en la actualidad, aporta al bagaje investigador del Departamento la metodología de estudio de las relaciones estructura-función molecular en la célula microbiana, esencial para la formación de los microbiólogos

Otra línea ambiental es la que dirige la Dra. Ana Martín, que junto Juan Carlos Gutiérrez, Silvia Díaz y sus becarios, estudia, desde 1991, la biología de la respuesta estrés en ciliados a metales pesados y otros agentes ambientales estresantes, utilizando también un abordaje molecular. De nuevo, los protozoos han demostrado ser excelentes modelos celulares tanto para diseccionar las complejas respuestas celulares al estrés como para el diseño de biosensores-celulares para la detección de agentes tóxicos.

Pero obviamente no trabajamos sólo con protozoos. Un tema de gran trascendencia, donde el Departamento desarrolla una intensa actividad investigadora, se puede enmarcar en la bioseguridad alimentaria, en la que un grupo importante de profesores trabaja desde hace varios años, con proyectos financiados por entidades públicas, europeas y nacionales o privadas (Art. 83). En este ámbito se trabaja especialmente en dos aspectos concretos, como son el desarrollo de técnicas y herramientas de detección de hongos micotoxigénicos y de levaduras alterantes en alimentos para prevenir y evitar su presencia en la cadena alimentaria y por lo tanto evitar el riesgo para los consumidores. Hay que resaltar que uno de los problemas más acuciantes de la industria agroalimentaria es la contaminación de las materias primas por hongos y levaduras. Según los últimos informes de cualificados expertos se calcula que el 25% de los cultivos de cereales contienen cantidades detectables de micotoxinas. La gestión del riesgo implica acciones legislativas, pero también la prevención mediante la implantación de sistemas de análisis de peligros y puntos de control críticos (APPCC/HACCP) y es en este sentido en el que están encaminados nuestros esfuerzos.

También en este campo hay que añadir los estudios en la identificación, caracterización, fisiología y elaboración de modelos matemáticos del comportamiento de levaduras, así como el estudio y la aplicación de levaduras killer, especialmente para su utilización como posibles agentes en el control de los hongos filamentosos. Estas investigaciones pretenden desarrollar herramientas que permitan reducir, prevenir o eliminar la contaminación con estos agentes. José Martínez Peinado, Mª Isabel de Silóniz, Mª José Valderrama, Domingo Marquina, Antonio Santos, Covadonga Vázquez y Belén Patiño son los responsables de estos trabajos.

Estamos especialmente orgullosos de que una asignatura pendiente en nuestro currículo investigador, los virus, ya se ha introducido en nuestro Departamento. Hace tres años la Dra. Laura Benítez inició una línea de trabajo en virología en colaboración con el Instituto de Salud Carlos III, que está desarrollando investigaciones sobre la producción de antígenos recombinantes para el diagnóstico serológico de las infecciones por papilomavirus. Con la incorporación de la Dra. Soto y de los becarios, la línea se ha consolidado. El Dr. Alejandro Vián ha incorporado líneas de interés industrial como el estudio de mutantes productores de beta-galactosidasas con mejores propiedades tecnológicas y la producción de carotenoides por hongos, con aplicaciones en la industria farmacéutica, alimentaria e incluso ambiental.

Somos un Departamento, por lo tanto, que trabaja mayoritariamente con microorganismos eucariotas: protozoos, hongos y levaduras, pero que también mantiene

líneas de investigación con virus y bacterias. El abordaje metodológico mayoritario está basado en técnicas de biología molecular, siguiendo la lógica de los tiempos (una lógica filogenética, como hemos ido viendo), pero también realizamos estudios fisiológicos sobre el comportamiento de poblaciones microbianas e incluso somos capaces de elaborar modelos matemáticos que describen y permiten analizar cuantitativamente ese comportamiento. Tratamos sobre todo temas ambientales y de seguridad microbiológica en alimentos, pero no descuidamos el análisis y diagnóstico microbiológico ni la biología molecular y celular de los microorganismos. Procuramos en suma, conscientes de que la investigación es un requisito indispensable aunque no suficiente para la enseñanza universitaria, estar preparados para desarrollar nuestra función profesional con la mayor eficacia y eficiencia a nuestro alcance.

Empezamos hablando de nuestros maestros y antecesores. Hemos intentado hacerlo teniendo muy presente la exigencia que el rector nos hizo a todos cuando recibimos el birrete doctoral y que prometimos cumplir: "por grande que vuestro ingenio fuere, debéis mantener el respeto a vuestros maestros y antecesores". Pero queremos llevar esta obligación doctoral más lejos y, como los buenos maestros quieren de sus discípulos, como muestra máxima de respeto hacia ellos, queremos superarlos. Quizá dentro de 50 años más, otros dirán si lo hemos conseguido.

Fotografía de grupo